El presente informe fue elaborado por Roberto Bisang y Mercedes Campi para el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad, como texto destinado a orientar un debate sobre estos temas.
En un mundo que se asombra con la velocidad y el alcance de los cambios tecnológicos, ingentes masas de personas están subalimentadas y numerosos países son cíclicamente sometidos a hambrunas. Literalmente, miles de seres humanos mueren cada año de inanición. Ante un contraste tan dramático surgen interrogantes elementales. ¿Estamos ante un límite de la naturaleza o frente a una inequidad social básica? En otras palabras, ¿se trata de un problema de disponibilidad de alimentos o de una distribución regresiva del ingreso que impide a determinados segmentos sociales acceder a ellos? Hace más de treinta años este problema fue planteado crudamente en la polémica entre el Club de Roma y el Modelo del Mundo de la Fundación Bariloche.
En efecto, cabe preguntarse si los ecosistemas, a futuro, pueden soportar una producción de alimentos consistente con el ritmo de crecimiento poblacional. También es una incógnita si la tecnología, desde la revolución verde a la actual revolución biotecnológica, está en condiciones de erradicar el problema o si, por el contrario, su propia conformación la convierte en parte del problema Algunas de estas preguntas son de larga data, otras más recientes, pero en ambos casos las respuestas tienen lugar en un contexto económico, productivo, tecnológico y social que ha cambiado significativamente a lo largo de las últimas décadas. La solución del problema, o al menos su acotamiento, requiere del cumplimiento de dos condiciones: una necesaria, asegurar la disponibilidad de una masa alimentaria mínima, y otra suficiente, garantizar niveles de precios de alimentos y de ingreso que permitan la accesibilidad al consumo.
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jueves, 25 de febrero de 2010
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